domingo, 19 de junio de 2011

La única mujer

De grandes curvas que resaltan,
es la única mujer,
aquella cuyo deseo expreso de que la toque se resiente,
y su cintura deleito entre mis brazos,
no se disgusta ante la ineptitud de mis caricias,
menos me exige alguna fidelidad.

La perfección de los seres muertos,
no es otra cosa,
la tranquilidad de que no se irá con alguien mejor,
la mediocridad de un amor latente,
y la dulce melodia de su voz cuando le tocan mis dedos.

Calor intenso que otorga la madera,
aquella satisfacción que la piel no es capaz de dar,
aquel risueño vostezo que recalca en el silencio,
es un te amo temeroso,
es un te amo adulador,
no es te amo virulento, ni menos comprometedor,
y para mi es el sonido del amor.

Soy capaz de hacerla gritar amén,
y de querer desear al diablo,
porque yo puedo hacerle decir lo que quiera,
y convencerla de cualquier estupidez.
Es mia como nadie ha sido,
y yo soy suyo como jamás nadie me poseyó.

En medio de bellos quejidos,
provocados nada más que por mis audaz manipulación,
entre acordes y notas de frio decir,
en medio de Soles y Res, he escuchado su voluntad,
una bella voz de esperanzas de lealtad,
que me grita y me asegura que siempre me amará.