sábado, 8 de octubre de 2011

Gin en la oscuridad

Bebiendo un gin en la oscuridad,
arrepentido de saber la verdad,
se encuentra uno con la mejor compañera,
lo que podria llamarse un amigo,
nada más que la soledad comprensiva.

Perdiendome en el reflejo del televisor,
mi trago amargo no se diferencia en mi boca,
imposible saber si es desamor o alcohol,
imposible saber si es decepción o asco,
ya nada es igual, ya nada es igual.

Escuchando melodias a las que pretendo dar razón,
he perdido el rumbo y la certeza,
y no aspiro a nada más que dormir,
y perder mi conciencia en una felicidad plena,
en una felicidad real, que si existe.

Bebiendo un gin en la oscuridad,
siento que el mundo me apuñala en el cuello,
la emoción extensa de algo que se muere dentro de mí,
la sensación perfecta de que me estoy envenando,
pero no importa, en el fondo no me importa.

Bebiendo gin en la oscuridad,
me ha llegado la hora,
la hora de admitir que no hay salvación,
ver detras la bruma y observar como corre,
como corre de mí,
como escapa de mis brazos,
se va, se va, y lo único que atino a hacer,
es a beber gin en la oscuridad.