miércoles, 21 de noviembre de 2012

Proverbio

Viéndose uno a si mismo, quizás en un espejo, tocando con los ojos aquella mascara sincera que nos auto imponemos.

Lo que la cultura ha construido, y la economía ha revestido de cemento, allí están los valores de cierta generación naciente y ácida.

Sentirse lejos de la mano de dios, horrorizado por los poderes absolutos de los dominadores, ser capaz de ver los sutiles hilos que tejen la industria cultural, y siendo denunciante constante de los crimenes de una humanidad corrompida.

Quizás, y sólo quizás así nos sentimos gratos, quizás y sólo quizás así vemos el devenir desde nuestras atalayas, quizás y sólo quizás esto le da sentido a nuestros cuerpos.

Al mirarse entonces en el agua, o en las ventanas empañadas por los tristes inviernos, reconocerse como partidario del asesinato de embarazos, del matrimonio bizarro entre iguales, y el desconocimiento total de un cadaver viviente que habla con los muertos desde su trono dorado en Roma.

A uno le hace pensar que ha venido desde el mismo infierno, y eso me hace sentir perfecto, muy perfecto.