domingo, 26 de diciembre de 2010

Un pobre cadaver

Saquenme de este cajón
que no es lo que deseo para mí,
liberenme de la pena eterna del dormir,
saquenme de esta jaula de madera que me lleva,
liberenme, lberenme por favor,
no quiero morir, no quiero morir,
quiero ser dueño del destino,
volver a soñar con la felicidad,
tener la esperanza de que aún me queda algo,
no está condena ingrata que me rodea.

Pero escuchenme, se los imploro,
¿porque me mirán como si fuera un pobre?
¿porque me ven como si necesitara perdón?
No dejen que me escape en una ceremonia solenme,
no hablen como si yo fuese un rey,
que sólo soy un triste cadaver impotente,
que busca con todas sus ansias volver a vivir.

No me canten ni me recen,
que las voces no los dejan escucharme,
les suplico y les suplico que me salven,
pero nadie quiere nada de mí.
Y es que creo que vocifero,
pero mi voz sólo es silencio,
ustedes malditos buscan acallar mi dolor,
y se ciegan en un embelezamiento tal,
que las flores rodean mi casi existir.

Los odio, los odios con todo mi corazón,
porque hablan y cantan de lo hermoso que fui,
pero ninguno de ustedes repugnantes bestias,
realmente desea saber de mí.
Me llenan de coronas y me encadenan el cuerpo,
hechándome todo el frio peso del cemento,
y me arrojan a un oscuro mal sin devenir,
frio y quieto mar de olvidos,
del que nunca podré volver a salir.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Modernidad

Siento que se me ha robado la juventud,
la infelicidad de la vida verdadera,
el devenir de la existencia laboral,
la tragedia viva de la esclavitud.
La penumbra oscura del túnel sin regreso,
el paso a la adultez general.
Que los hombres no comen sueños,
se hace necesario trabajar.

Cuando despierto veo que es otro,
otro distinto de mí quien me ve,
uno menos vivo y vacío de esperanzas,
repleto de ideas de la cultura.
Alguien ha elegido esta vida para mi,
no soy yo el que se ha encadenado,
y ha matado con el candado la niñez,
pero de todas formas yo
ya no siento nada.

El fracaso se hace cotidiano,
para quienes se han vendido al mundo,
ya no queda lozanía en nuestras almas,
los cuerpos quemados por la decepción.
Jamás volveremos a sentir las mariposas,
nunca más veremos el amor,
se nos quitó el placer tan acostumbrado,
se nos privó de la ensoñación.

Ahora somos cubos de cemento,
recipientes sin brillo y sabor,
esperpentos incipientes cabizbajos,
maquinas autómatas del hacer.
Mañana mismo tomaremos un par de balas,
y con un cañón asesinaremos a los demás,
para ver cual meursault donde esta la vida,
y esperar que así nos den ganas de vivirla.