viernes, 10 de diciembre de 2010

Modernidad

Siento que se me ha robado la juventud,
la infelicidad de la vida verdadera,
el devenir de la existencia laboral,
la tragedia viva de la esclavitud.
La penumbra oscura del túnel sin regreso,
el paso a la adultez general.
Que los hombres no comen sueños,
se hace necesario trabajar.

Cuando despierto veo que es otro,
otro distinto de mí quien me ve,
uno menos vivo y vacío de esperanzas,
repleto de ideas de la cultura.
Alguien ha elegido esta vida para mi,
no soy yo el que se ha encadenado,
y ha matado con el candado la niñez,
pero de todas formas yo
ya no siento nada.

El fracaso se hace cotidiano,
para quienes se han vendido al mundo,
ya no queda lozanía en nuestras almas,
los cuerpos quemados por la decepción.
Jamás volveremos a sentir las mariposas,
nunca más veremos el amor,
se nos quitó el placer tan acostumbrado,
se nos privó de la ensoñación.

Ahora somos cubos de cemento,
recipientes sin brillo y sabor,
esperpentos incipientes cabizbajos,
maquinas autómatas del hacer.
Mañana mismo tomaremos un par de balas,
y con un cañón asesinaremos a los demás,
para ver cual meursault donde esta la vida,
y esperar que así nos den ganas de vivirla.

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