Saquenme de este cajón
que no es lo que deseo para mí,
liberenme de la pena eterna del dormir,
saquenme de esta jaula de madera que me lleva,
liberenme, lberenme por favor,
no quiero morir, no quiero morir,
quiero ser dueño del destino,
volver a soñar con la felicidad,
tener la esperanza de que aún me queda algo,
no está condena ingrata que me rodea.
Pero escuchenme, se los imploro,
¿porque me mirán como si fuera un pobre?
¿porque me ven como si necesitara perdón?
No dejen que me escape en una ceremonia solenme,
no hablen como si yo fuese un rey,
que sólo soy un triste cadaver impotente,
que busca con todas sus ansias volver a vivir.
No me canten ni me recen,
que las voces no los dejan escucharme,
les suplico y les suplico que me salven,
pero nadie quiere nada de mí.
Y es que creo que vocifero,
pero mi voz sólo es silencio,
ustedes malditos buscan acallar mi dolor,
y se ciegan en un embelezamiento tal,
que las flores rodean mi casi existir.
Los odio, los odios con todo mi corazón,
porque hablan y cantan de lo hermoso que fui,
pero ninguno de ustedes repugnantes bestias,
realmente desea saber de mí.
Me llenan de coronas y me encadenan el cuerpo,
hechándome todo el frio peso del cemento,
y me arrojan a un oscuro mal sin devenir,
frio y quieto mar de olvidos,
del que nunca podré volver a salir.
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