Ocurrió hace poco dentro de mi vida,
y ahora de mi alma no ha podido salir.
Se ha adherido como un bebe a su madre,
como una lagrima pura que no desea caer.
Con la misma dulzura de tal situación,
me encontré a mi mismo enredado en tus brazos,
enredado en tu pelo completamente,
en besos profundos de agonía espesa,
en un dulce amargor proveniente directamente
del corazón entristecido por una sensación,
sensación cercana al fracaso intenso,
de un lapidarío jamás.
Y aunque en aquel momento
nuestras bocas fueran siamesas.
Estabas a galaxias de mis caricias tiernas,
alejada de mis ganas potentes de tenerte,
escondida en una cortina de metal.
Extraída de la dimensión latente de mis sentimientos,
escondida en los más profundos y azules mares.
Allí yacían tus deseos bellos,
allí se ocultaban tus anhelos tibios..
Y yo que en mi limitada moralidad cristiana,
solo fui capaz de tomarte por un día,
no pude pensar en arrebatarte de los brazos de otro,
y puede que nunca lo desee así.
Solo puedo quedarme en mis fracasos soñando vivo,
solo sentarme a esperar la luz,
no sentir que te quiero tanto,
no sentir que te quiero a morir
sino sentirme bien como si fuese justo,
que quieras a otro,
pudiendo quererme a mi.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario