viernes, 12 de febrero de 2010

Carta que me envió un amigo fantasma.



Carta que me envió un amigo fantasma

Soy un fantasma en una ciudad de fantasmas,
donde los perros fantasmas comen pan duro,
donde los hombres fantasmas trabaja para vivir,
donde las mujeres fantasmas tratan de trabajar para vivir,
donde los niños fantasmas juegan algo que este de moda,
además del fútbol.
Con mis amigos fantasmas nos reímos de los vivos,
de como no son como nosotros,
de como no tienen futuro porque no son fantasmas.
Las jóvenes fantasmas son las más hermosas que hay,
su esencia lozana de juventud tan efímera,
casi tanto como las flores,
nos llama, nos grita, nos increpa;
tan bellas son que nuestros deseos puros también,
deseos puros de no tocarlas, de tenerlas en un altar
y con papel celofán rojo inmortalizar su querer.
Mis enemigos fantasmas no saben que existo,
por lo demás tampoco saben que los odio,
y es que a veces un fantasma odia tanto
pero materialmente hace tan poco.
Todos somos fantasmas felices
no nos acercamos a los vivos, no los envidiamos
son solo rumores de quienes no nos conocen bien
Somos todos fantasmas sólidos, que podemos palpar
y ser palpados,
correr y golpearnos, incluso tocar una vez que otra una de palo
pero lo único que nos atraviesa y no se queda
son nuestros sueños, la muerte nos los arrebató.


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