Dulce agonía.
Dulce agonía le llamo a la fuerza del corazón,
capaz de despertarse a media noche solo y no llorar,
dulce agonía le llamo a no perder la cordura,
aunque en la mente se destruyan los hilos de la realidad
y los calidos tormentos formen nubes de conformidad;
dulce agonía le llamo a no perder la cabeza.
Así el tiempo de ser serio es el mejor de todos,
sentir la obligación de ser frió, es la mejor de las cicatrices,
los ojos son los cristales mas expuestos,
por eso se ha de evitar mostrarlos.
Dulce agonía es no ceder ante el mar de las desesperanzas,
es correr a la luz que se aleja, con la misma energía,
entregarlo todo por ser feliz, aunque sea un espejismo,
en el más triste y despoblado de los desiertos,
ese que es capaz de fundir las mismas lagrimas,
de convertir el mar en sal. Ese es el enemigo.
Dulce agonía es coger el estoque, apuñalarse el corazón,
y no sentir nada.
Dulce agonía es belleza, la más pura de las emociones,
dulce agonía es amor filial y egolatría,
todo en un solo cúmulo de esplendor,
lo efímero de nuestras existencias, lo sutil del amor,
el fuego mismo y la madera,
nuestras narices saben que esta ahí, eso es dulce agonía,
respirar entre los muertos y morir entre los vivos.
La dulce agonía es mirar un horizonte que no existe,
es conformarse con poco, es saber que nada es real,
dulce agonía es sentirse vivo, como quien sabe que tiene un cáncer,
dulce agonía es sentirse bendito, porque un cáncer le escogió a uno,
dulce agonía es saber que se morirá, y aun así saber que se será feliz.
Dulce agonía es cortar la yugular del fracaso,
es comerse el juicio de los demás,
es ser feliz solo, es pescar en el cemento;
dulce agonía es matar el sol, y no sentirse culpable.
Todo es dulce y plausible cuando somos constantes,
el éxito se saborea cuando más nos esforzamos en nuestros fines,
entonces que el sufrimiento sea un éxito en nuestras miserables vidas,
dulce agonía para todos, dulce agonía para los que sufren,
pueden quitarme mis bienes, mi vida, mi corazón, y mi alegría,
pero mi alma es mía, ni Dios se la llevara.
¡Eso es dulce agonía!
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